Resumen
El crecimiento económico mantendrá su fortaleza en los próximos tres años pese a las dificultades a corto plazo[1]. La acusada subida de las tasas de contagio por coronavirus (COVID-19) en varios países de la zona del euro ha dado lugar a una reintroducción de las restricciones y ha aumentado la incertidumbre sobre la duración de la pandemia. La aparición de la variante ómicron ha incrementado esta incertidumbre[2]. Asimismo, se han intensificado los cuellos de botella en la oferta y ahora se espera que duren más tiempo y que se reduzcan solo gradualmente a partir del segundo trimestre de 2022 y desaparezcan totalmente en 2023. Ahora se prevé que el PIB real supere su nivel anterior a la crisis en el primer trimestre de 2022, un trimestre más tarde de lo previsto en las proyecciones de septiembre de 2021. No obstante, a medida que se reduzcan las limitaciones de oferta mundiales, disminuyan las restricciones relacionadas con la pandemia y la incertidumbre asociada, y descienda la inflación desde niveles elevados, se espera que el crecimiento recupere el impulso a partir de mediados de 2022, pese a una orientación fiscal menos favorable y a unas expectativas sobre los tipos de interés de mercado más elevadas. El consumo privado seguirá siendo el principal motor del crecimiento económico, beneficiándose de un repunte de la renta real disponible, una cierta reducción del ahorro acumulado y un mercado de trabajo sólido, con una tasa de desempleo al final del horizonte de proyección que será la más baja jamás observada desde el establecimiento de la zona del euro en 1999. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, la intensificación de los cuellos de botella en la oferta mundial y el endurecimiento de las restricciones relacionadas con la pandemia han dado lugar a una revisión a la baja del crecimiento a corto plazo. Al mismo tiempo, la desaparición gradual de estos factores adversos debería apoyar un repunte más fuerte a partir del segundo trimestre de 2022, que conduciría a un aumento del PIB real por encima del nivel previsto en las proyecciones de septiembre de 2021 hacia finales de 2022, con efectos arrastre que darían lugar a una importante revisión al alza del crecimiento anual en 2023.
Se espera que la inflación sea más elevada durante más tiempo, pero que caiga ligeramente por debajo del 2 % a finales de 2022 y se sitúe en el 1,8 % en 2023 y 2024. Las presiones inflacionistas han aumentado significativamente en los últimos meses y se espera que la inflación haya alcanzado su máximo en el cuarto trimestre de 2021. Aunque estas presiones son mucho más intensas de lo esperado anteriormente, siguen considerándose en gran medida temporales y reflejan un aumento de los precios de la energía y desajustes internacionales e internos en la demanda y la oferta a medida que reabren las economías. Se espera que la tasa de variación de los precios de la energía siga siendo elevada en promedio en 2022, pero que se modere considerablemente a lo largo del año, a medida que los efectos de base a la baja se vean reforzados por el previsto descenso de los precios del petróleo, el gas y la electricidad. En 2023 y 2024 se espera que la contribución del componente energético de la inflación sea baja. Se proyecta que el IAPC excluidos la energía y los alimentos disminuya a lo largo de 2022, a medida que se reduzcan gradualmente los cuellos de botella de la oferta. A partir de entonces, se espera que aumente gradualmente, aunque aún se mantendrá por debajo del 2 %, a medida que avance la recuperación económica, se absorba la capacidad productiva sin utilizar y aumenten los costes laborales, respaldados además por expectativas de inflación más elevada. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, la inflación general se ha revisado considerablemente al alza, especialmente en 2022, debido a los datos recientes mejores de lo previsto, a unos mayores efectos al alza directos e indirectos procedentes del encarecimiento de las materias primas energéticas, a una depreciación del tipo de cambio del euro, a unas presiones al alza más persistentes procedentes de las disrupciones de oferta y a un fuerte crecimiento de los salarios.
Proyecciones de crecimiento e inflación para la zona del euro
1 Economía real
El crecimiento del PIB real continuó siendo vigoroso en el tercer trimestre de 2021 en una tasa próxima a la prevista en las proyecciones de septiembre de 2021. El actual repunte del crecimiento se ha visto impulsado principalmente por la demanda interna, especialmente en los servicios de consumo, como resultado de las elevadas tasas de vacunación, la consiguiente disminución del temor al contagio y la relajación de las restricciones relacionadas con la pandemia. También se ha visto reforzado por un repunte de la renta real disponible y una disminución sustancial de la ratio de ahorro. En el tercer trimestre, el crecimiento impulsado por los servicios compensó con creces la creciente importancia de los cuellos de botella en la oferta como factor limitador de la actividad industrial.
Gráfico 1
Crecimiento del PIB real de la zona del euro
Se espera que el crecimiento del PIB real sea débil a corto plazo debido al endurecimiento de las restricciones relacionadas con la pandemia y a la intensificación de los cuellos de botella en la oferta (gráfico 1). El nuevo empeoramiento de la pandemia de COVID-19 ha dado lugar a un endurecimiento de las restricciones desde principios del cuarto trimestre de 2021 y a una reducción de la movilidad en los últimos meses. Se espera que estas restricciones más estrictas se mantengan en torno al cambio de año. La movilidad deberá volver gradualmente a los niveles prepandemia a partir del segundo trimestre de 2022, cuando se espera que la pandemia pierda fuerza en la zona del euro. La considerable moderación del crecimiento económico en torno al cambio de año se ve confirmada por los datos disponibles y por la evidencia procedente de las encuestas. Por ejemplo, las ventas minoristas en octubre se situaron solo un 0,2 % por encima de su nivel en el tercer trimestre y el índice de directores de compras (PMI) compuesto de producción se situó en promedio en octubre y noviembre claramente por debajo de su nivel medio en el tercer trimestre. Al mismo tiempo, los cuellos de botella en la oferta en el sector manufacturero siguieron siendo graves hasta noviembre, con un aumento continuo de los plazos de entrega de los proveedores, como indica el PMI correspondiente. En consecuencia, el crecimiento del PIB real se ha revisado notablemente a la baja en el último trimestre de 2021 y en el primer trimestre de 2022. Esto refleja un endurecimiento de las restricciones relacionadas con la pandemia mayor que el considerado en los supuestos de las proyecciones de septiembre de 2021, debido a la propagación de la variante delta en muchos países y, en menor medida, a la preocupación por la variante ómicron, así como a efectos adversos más intensos procedentes de los cuellos de botella en la oferta.
Los cuellos de botella en la oferta mundial han sido una importante limitación para la producción industrial y el comercio de bienes en la zona del euro en 2021, y se espera que se prolonguen más tiempo[3]. A medida que la recuperación económica cobró dinamismo en primavera y verano de 2021, las disrupciones observadas en los servicios de transporte y la escasez de insumos impidieron que las empresas de la zona del euro aumentaran su producción en consonancia con el rápido crecimiento de la demanda de productos manufacturados. El desequilibrio a nivel mundial entre la fuerte demanda y la escasez de oferta se ha intensificado más de lo previsto anteriormente, afectando a más países y sectores (véase también el recuadro 2). Los países con una mayor proporción de sectores que están más integrados en las cadenas de valor mundiales tienden a verse afectados por la escasez de materiales y equipo en mayor medida. Ahora se espera que los cuellos de botella en la oferta se prolonguen más de lo previsto en las proyecciones de septiembre y que desaparezcan solo gradualmente a partir del segundo trimestre de 2022 y completamente para 2023, lo que está en consonancia con la evidencia reciente procedente de las encuestas que sugiere que el impacto de esos cuellos de botella podría durar hasta bien entrado 2022.
Tras un período de debilidad a corto plazo, se prevé que el crecimiento repunte con fuerza a partir del segundo trimestre de 2022 y disminuya en 2023 y 2024 hasta situarse en sus tasas medias históricas. El repunte esperado más allá del corto plazo se basa en el supuesto de una resolución gradual de la pandemia de COVID-19 y una disminución de su impacto económico que deberían reducir la incertidumbre relacionada y reforzar la confianza. También se basa en una corrección gradual de los cuellos de botella en la oferta a partir del segundo trimestre de 2022, en unas condiciones de financiación que continuarán siendo favorables, en una reversión del elevado nivel de ahorro acumulado y en la continuación de la recuperación mundial. En 2023 y 2024 se espera que el crecimiento del PIB real vuelva a tasas más moderadas. Aunque se espera que el programa Next Generation EU (NGEU) impulse la inversión en algunos países, se prevé que la contribución de otras políticas fiscales será menor que en 2021, pese a ser algo mayor que la considerada en las proyecciones de septiembre de 2021. Se proyecta que el PIB real supere su nivel anterior a la crisis en el primer trimestre de 2022, un trimestre más tarde de lo previsto en las proyecciones de septiembre de 2021. Sin embargo, la revisión al alza del crecimiento a partir del segundo trimestre de 2022 sitúa el PIB a finales de 2022 en un nivel superior al previsto en las proyecciones de septiembre y ligeramente inferior al esperado en los ejercicios anteriores a la crisis (gráfico 2).
Gráfico 2
PIB real de la zona del euro
Cuadro 1
Proyecciones macroeconómicas para la zona del euro
Se espera que el consumo privado crezca con vigor en el horizonte de proyección pese a su probable desaceleración a corto plazo. El consumo privado se recuperó con más fuerza de lo esperado en el segundo y tercer trimestres de 2021, pero aún se mantuvo un 2,4 % por debajo de su nivel prepandemia en el tercer trimestre. Este aumento mayor del esperado reflejó, en gran medida, un descenso algo más rápido de lo previsto de la tasa de ahorro de los hogares. La renta disponible de los hogares continuó apoyándose principalmente en la remuneración del trabajo, que suele conllevar una propensión marginal al consumo relativamente mayor. Se espera que el crecimiento del consumo privado disminuya bruscamente a corto plazo a medida que se endurezcan las restricciones relacionadas con la pandemia y los elevados precios de la energía afecten al poder adquisitivo de los hogares. Más allá del corto plazo, dada la resolución continuada de la crisis sanitaria en 2022 considerada en los supuestos, se prevé que el crecimiento del consumo privado se refuerce significativamente en el segundo trimestre de 2022 y supere su nivel anterior a la crisis en el tercer trimestre. Debería seguir superando el avance de la renta real en 2023, ya que la esperada desaparición de la incertidumbre permitirá revertir parte del exceso de ahorro acumulado. En 2024 se proyecta que tanto la evolución del consumo como la tasa de ahorro se aproximen a sus medias históricas.
Tras un moderado descenso a corto plazo, se espera que la renta real disponible retome su senda al alza, respaldada por la recuperación de las rentas del trabajo. Tras las tasas de crecimiento positivas del segundo y tercer trimestres de 2021, es probable que la renta real disponible disminuya, aunque moderadamente, en torno al cambio de año, debido a la fuerte subida de la inflación. Se espera que aumente a partir de entonces, reflejando la recuperación de las rentas del trabajo a medida que avanza la recuperación económica. En cambio, las transferencias fiscales netas, tras su considerable aportación positiva en 2020, lastrarán el crecimiento de los ingresos a partir de 2021, a medida que disminuya el número de personas acogidas a programas de mantenimiento del empleo y expiren otras medidas fiscales temporales relacionadas con la pandemia, pese a las nuevas medidas para compensar el impacto de los elevados precios de la energía.
Se espera que la tasa de ahorro de los hogares disminuya hasta situarse por debajo de su nivel anterior a la crisis y que se estabilice hacia el final del horizonte de proyección. Tras su pronunciada caída reciente, se espera que la ratio de ahorro siga disminuyendo a lo largo de 2022. Este descenso se debe a la reducción del ahorro forzoso, en un contexto de elevadas tasas de vacunación y de una supuesta relajación de las restricciones relacionadas con la pandemia después del invierno, así como a una reducción del ahorro por motivo de precaución debido a la mejora de los mercados de trabajo y a la menor incertidumbre. Tras situarse por debajo de su nivel anterior a la crisis en 2022, se espera que la ratio de ahorro continúe disminuyendo hasta mediados de 2023 y se estabilice cerca de su media histórica en 2024. Este nivel temporalmente inferior a su media refleja cierta reversión del exceso de ahorro de los hogares acumulado desde el inicio de la pandemia, lo que contribuirá a un vigoroso crecimiento del consumo. Sin embargo, este efecto se ve atenuado por la concentración del exceso de ahorro en los hogares de más renta y edad, que tienen una menor propensión al consumo[4].
Recuadro 1
Supuestos técnicos relativos a los tipos de interés, los precios de las materias primas y los tipos de cambio
En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, los supuestos técnicos incluyen tipos de interés y precios del petróleo más altos y una depreciación del euro. Los supuestos técnicos relativos a los tipos de interés y a los precios de las materias primas se basan en las expectativas de los mercados hasta el 25 de noviembre de 2021, fecha límite de recepción de los datos. Los tipos de interés a corto plazo se miden por el euríbor a tres meses y las expectativas de los mercados se basan en los tipos de interés de los futuros. Según esta metodología, el nivel medio de los tipos de interés a corto plazo será del -0,5 % en 2021 y 2022, del -0,2 % en 2023 y del 0 % en 2024. Las expectativas de los mercados sobre el rendimiento nominal de la deuda pública a diez años de la zona del euro muestran un nivel medio interanual del 0,1 % en 2021 y un aumento gradual a lo largo del horizonte de proyección hasta el 0,6 % en 2024[5]. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, las expectativas de los mercados relativas a los tipos de interés a corto plazo han aumentado en 30 puntos básicos para 2023, mientras que las relativas a los rendimientos nominales de la deuda pública a diez años de la zona del euro lo han hecho marginalmente para 2021 y en unos 30 puntos básicos para 2022 y 2023.
En cuanto a los precios de las materias primas, las proyecciones consideran la trayectoria implícita en los mercados de futuros tomando la media de las dos semanas previas al 25 de noviembre de 2021, fecha límite de recepción de los datos. Sobre esta base, se considera que el precio del barril de Brent aumentará de 71,8 dólares estadounidenses en 2021 a 77,5 dólares en 2022 y descenderá hasta 69,4 dólares para 2024. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, esta trayectoria representa un incremento de los precios del petróleo en dólares del 15 % en 2022 y el 13 % en 2023. Se espera que los precios de las materias primas no energéticas en dólares experimenten un fuerte incremento en 2021, uno más moderado en 2022 y un ligero descenso en 2023 y 2024. Sobre la base de los precios de los futuros, se estima que los derechos de emisión del régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE) de la UE se situarán en torno a 75€ por tonelada durante el horizonte de proyección, una revisión al alza de casi un 30 % desde las proyecciones de septiembre de 2021 (véase el recuadro 3).
Se considera que los tipos de cambio bilaterales se mantendrán estables en el período de proyección en los niveles medios registrados en las dos semanas previas al 25 de noviembre de 2021, fecha límite de recepción de los datos. Esto implica un tipo de cambio medio de 1,13 dólares por euro en el período 2022-2024, lo que representa un descenso de alrededor del 4 % respecto a las proyecciones de septiembre de 2021. El supuesto sobre el tipo de cambio efectivo del euro implica una depreciación del 1,7 % en comparación con las proyecciones de septiembre de 2021.
Supuestos técnicos
Se espera que el impulso de la inversión en vivienda se modere durante el horizonte de proyección. La inversión en vivienda disminuyó ligeramente en el tercer trimestre de 2021, debido principalmente a las restricciones de oferta. A pesar de los actuales cuellos de botella en la oferta y de la incertidumbre relacionada con el empeoramiento de la situación pandémica, una demanda resiliente, apoyada por unas condiciones de financiación favorables, debería contribuir a un repunte de la inversión en vivienda en el cuarto trimestre de 2021. Posteriormente, debería recibir el apoyo continuado de los efectos Q de Tobin positivos, el aumento de la renta disponible, la mejora de la confianza de los consumidores y el gran volumen de ahorro acumulado. Se espera que la inversión en vivienda alcance su trayectoria anterior a la crisis para finales de 2022, antes de que su impulso se normalice durante el resto del horizonte de proyección.
Se espera que la inversión empresarial se recupere sustancialmente durante el horizonte de proyección y que su participación en el PIB real sea cada vez mayor. Se espera que el repunte de la inversión empresarial observado en el primer semestre de 2021 se ralentice temporalmente en el segundo semestre de 2021 debido a los cuellos de botella en la oferta. Se prevé que su recuperación se reanude a partir de entonces a medida que disminuyan gradualmente las restricciones de oferta, se recuperen la demanda mundial e interna y mejore el crecimiento de los beneficios, con el respaldo también de unas condiciones de financiación favorables y del impacto positivo del programa NGEU. Se espera que los gastos relacionados con la digitalización y la transición a una economía baja en carbono (también en la industria del automóvil, debido a la regulación medioambiental y a la transición hacia la producción de vehículos eléctricos) proporcionen un impulso adicional a la inversión empresarial a medio plazo. Como resultado, la participación de la inversión empresarial en el PIB real durante el horizonte de proyección debería ser cada vez mayor.
Recuadro 2
Entorno internacional
La actividad económica mundial y el comercio perdieron algo de dinamismo en el segundo semestre de 2021. El resurgimiento de los casos de COVID-19, especialmente en Estados Unidos y algunas partes de Asia, afectó a la confianza de los consumidores incluso en ausencia de medidas de contención estrictas. Tras un respiro temporal a finales del verano, los casos de COVID-19 comenzaron a aumentar de nuevo. La detección de la nueva variante ómicron se anunció una vez finalizados los supuestos relativos al entorno internacional y existe preocupación sobre las posibles consecuencias económicas, aunque las implicaciones siguen siendo muy inciertas. La escasez mundial de insumos también ha lastrado la actividad económica y el comercio y se espera que sea un factor de dificultad adicional. Los indicadores de alta frecuencia publicados hasta finales de noviembre apuntan a un estancamiento del crecimiento de la actividad manufacturera, mientras que el sector servicios está recuperándose gradualmente en un contexto de reapertura progresiva de muchas economías.
Se espera que los cuellos de botella en la oferta frenen el comercio y la actividad a corto plazo y desaparezcan por completo para 2023. Reflejan una combinación de desequilibrios de demanda y oferta, lo que da lugar a una escasez de insumos intermedios que se aprecia especialmente en las grandes economías avanzadas y en el sector manufacturero (especialmente en la industria del automóvil). En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, se supone que los cuellos de botella en la oferta afectarán a un mayor número de países y sectores. Dichos cuellos de botella se han intensificado aún más en el cuarto trimestre de 2021 y ahora se espera que comiencen a disminuir solo a partir del segundo trimestre de 2022 y que desaparezcan por completo para 2023, cuando la demanda de consumo regrese de nuevo de los bienes a los servicios, y la capacidad de transporte marítimo y la oferta de semiconductores aumenten como resultado de la inversión prevista.
Se prevé que la economía mundial mantenga una senda de recuperación a lo largo del horizonte de proyección, pese a algunos factores adversos a corto plazo. Se estima que el PIB real mundial (excluida la zona del euro) crecerá un 6,0 % en 2021 y se moderará hasta el 4,5 % en 2022, el 3,9 % en 2023 y el 3,7 % en 2024. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, el crecimiento se ha revisado a la baja para 2021. Además del mencionado repunte de los contagios de COVID-19, factores específicos de cada país han afectado al crecimiento, como un perfil de gasto público en Estados Unidos más débil que el previsto anteriormente, especialmente en el tercer trimestre, y un descenso del crecimiento en China en un contexto de desaceleración del sector inmobiliario residencial y de escasez de energía. El crecimiento para 2022 se ha revisado a la baja para las economías avanzadas, debido a la mayor persistencia de los cuellos de botella en la oferta, y para algunas economías de mercado emergentes (incluida China). Sin embargo, las revisiones al alza del crecimiento en otros países, principalmente en India y, en menor medida, en Turquía, hacen que la tasa de crecimiento agregado se mantenga inalterada. El crecimiento en 2023 se ha revisado al alza, especialmente para las economías avanzadas y, en particular, Estados Unidos, lo que refleja la esperada desaparición total de los cuellos de botella en la oferta para entonces.
Unas perspectivas más débiles para los principales socios comerciales, en un contexto de persistencia de los cuellos de botella en la oferta, están lastrando en la demanda externa de la zona del euro. Se estima que los cuellos de botella en la oferta afectan más al comercio que a la producción industrial o al crecimiento del PIB, ya que la debilidad del sector logístico incide de manera desproporcionada sobre el comercio. Asimismo, el cambio hacia proveedores y bienes nacionales podría ayudar a amortiguar la perturbación negativa en la producción industrial. Como resultado, se espera que la demanda externa de la zona del euro crezca un 8,9 % este año y en torno a un 4 % en 2022-24, lo que implica una revisión a la baja de las tasas de crecimiento para 2021 y 2022 en comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, y una revisión al alza para 2023, a medida que la desaparición de los cuellos de botella en la oferta dé lugar a una recuperación parcial del terreno perdido en los dos años anteriores.
Entorno internacional
Se espera que los cuellos de botella en la oferta afecten a las cuotas de exportación de la zona del euro hasta mediados de 2022 y que posteriormente desaparezcan, lo que daría lugar a importantes ganancias. Las cuotas de mercado de las exportaciones en 2021 se han visto impulsadas por dos factores separados: en primer lugar, el impacto de los cuellos de botella en la oferta que aparecieron a principios de año y que se intensificaron aún más en el tercer trimestre y, en segundo lugar, la recuperación de las exportaciones de servicios en el segundo y tercer trimestres. Aunque los plazos de entrega de los proveedores han seguido siendo largos y los costes del transporte marítimo se han estabilizado en niveles históricos, se estima que los cuellos de botella persistirán hasta desaparecer gradualmente a lo largo de 2022. El comercio de servicios, y en particular el turismo, se recuperó considerablemente durante el verano gracias a la estacionalidad y al progreso de las campañas de vacunación. Sin embargo, el repunte de los casos de COVID-19 en varios países de la zona del euro en el cuarto trimestre ha dado lugar a una disminución de la confianza en el sector turístico, lo que apunta a otra temporada de invierno sombría para los principales destinos de viaje. Con la desaparición de los cuellos de botella y la relajación de las restricciones a los viajes a mediados del próximo año, se espera que la recuperación de las exportaciones vuelva a cobrar ritmo. Se prevé que la desaparición de los cuellos de botella en la oferta mundial tenga un impacto positivo en la demanda externa de la zona del euro (recuadro 2) y que la reciente depreciación del euro mejore la competitividad de las exportaciones. El ritmo del crecimiento de las importaciones debería aumentar de nuevo en 2022 y 2023 a medida que se recupere la demanda interna, pero debería normalizarse hacia el final del horizonte de proyección debido a la desaparición de la demanda embalsada. En conjunto, se espera que las exportaciones netas contribuyan muy positivamente al crecimiento del PIB real en el segundo semestre de 2022, y que dicha aportación se reduzca gradualmente hasta un nivel ligeramente positivo a medida que se desvanecen los efectos de la depreciación del euro.
La tasa de desempleo siguió disminuyendo en el tercer trimestre de 2021 y se espera que continúe reduciéndose a medida que avanza el ritmo de recuperación. Un crecimiento del empleo más intenso de lo previsto en el tercer trimestre de 2021, junto con una drástica reducción del número de trabajadores acogidos a programas de mantenimiento del empleo, sustentan la fortaleza del mercado laboral y el descenso de la tasa de desempleo. El reciente aumento del número de puestos de trabajo vacantes, unido a un fuerte crecimiento del empleo, indica que la mano de obra como factor que limita la producción sigue siendo un problema en sectores específicos que se deriva de los retrasos en la contratación en los sectores más afectados por la pandemia. Dado que la situación en el mercado de trabajo continuará mejorando probablemente, se prevé que la tasa de desempleo caiga hasta su nivel anterior a la pandemia a finales de 2021 y alcance el 6,6 % en 2024, impulsada por la fuerte demanda de trabajo prevista, en consonancia con la recuperación económica en curso, si bien también se verá afectada por la evolución demográfica[6]. Esta tasa de desempleo sería más baja que la observada en cualquier momento desde la creación de la zona del euro en 1999.
Se espera que el crecimiento de la productividad del trabajo se vea afectado temporalmente por la desaceleración a corto plazo del crecimiento económico antes de recuperar el impulso. El crecimiento de la productividad del trabajo aumentó un 1,2 % en el tercer trimestre de 2021, tras el 1,4 % del segundo trimestre. La desaceleración del crecimiento económico relacionada con los cuellos de botella en la oferta y la nueva intensificación de la pandemia implican un acusado descenso de la productividad en torno al cambio de año. A partir de mediados de 2022, se espera que la productividad del trabajo recupere el impulso, tras el fortalecimiento del crecimiento económico. Al final del horizonte de proyección, se espera que la productividad del trabajo (por persona ocupada) se sitúe aproximadamente un 4,5 % por encima de su nivel previo a la crisis.
En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, el crecimiento del PIB real se ha revisado a la baja para 2022 y al alza para 2023. La revisión a la baja de las perspectivas a corto plazo, que refleja cierto endurecimiento adicional de las restricciones de oferta, el encarecimiento de la energía y el endurecimiento de las restricciones relacionadas con la pandemia, tiene un efecto arrastre negativo en el crecimiento anual del PIB real en 2022. Después de la resolución prevista de la pandemia y de la desaparición gradual de los cuellos de botella en la oferta, el crecimiento trimestral se ha revisado al alza a partir del segundo trimestre de 2022, lo que ha dado lugar a una revisión al alza del crecimiento anual del PIB real en 2023. Un menor endurecimiento fiscal y una depreciación efectiva del euro desde las proyecciones de septiembre de 2021 han contribuido a las revisiones al alza, aunque estos factores se han visto compensados en parte por el impacto negativo de la subida de los precios del petróleo, el debilitamiento de la demanda externa y unos tipos de interés a largo plazo más elevados.
2 Perspectivas de las finanzas públicas
Se espera que la retirada de las medidas de apoyo fiscal comience en 2022 y continúe en 2023 y 2024. Tras la fuerte expansión en 2020, se prevé que la orientación de la política fiscal de la zona del euro ajustada por las subvenciones del NGEU pase a ser prácticamente neutral en 2021 y se endurezca considerablemente en 2022 y, en menor medida, durante el resto de horizonte de proyección. Este endurecimiento en 2022 está relacionado con la retirada de una parte significativa del apoyo de emergencia frente a la pandemia. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, la orientación fiscal ha sido significativamente más restrictiva en 2021, como consecuencia, sobre todo, de los ingresos extraordinarios y de otros factores, que suelen manifestarse durante una fase de recuperación, así como de una estimación más baja (en alrededor de 0,5 puntos porcentuales del PIB) de las medidas generales de estímulo de carácter discrecional. Para 2022, se espera que la orientación de la política fiscal sea en torno a un 1 punto porcentual del PIB más laxa de lo previsto en las proyecciones de septiembre de 2021, lo que se debe principalmente a la adopción de nuevas medidas relacionadas con la pandemia, o a la ampliación y reevaluación de las ya existentes, así como a las nuevas medidas para compensar la subida de los precios de la energía, el aumento de las transferencias sociales y la reducción de los impuestos directos y de las cotizaciones sociales. La orientación fiscal prevista para 2023 se ha revisado solo ligeramente.
Las proyecciones apuntan a que el saldo presupuestario de la zona del euro mejorará de forma continuada, particularmente en 2022, pero permanecerá por debajo del nivel previo a la crisis al final del horizonte de proyección. Se estima que el déficit presupuestario de la zona del euro se ha mantenido en niveles elevados en 2021, tras el pico alcanzado en 2020. La mejora sustancial del saldo presupuestario a lo largo del horizonte de proyección es atribuible principalmente al componente cíclico y a la disminución del déficit primario ajustado de ciclo. Los pagos de intereses también contribuyen a esta tendencia y se prevé que continúen reduciéndose hasta el 1,0 % del PIB en 2024. Al final del período considerado, el saldo presupuestario sería del -1,8 % del PIB y se situaría aún por debajo del nivel anterior a la crisis. Tras el acusado incremento registrado en 2020, se espera que la deuda pública agregada de la zona del euro disminuya durante todo el horizonte de proyección y se sitúe alrededor del 90 % del PIB en 2024, un nivel superior al existente antes de la pandemia. Esta disminución se debe principalmente a diferenciales tipo de interés-crecimiento favorables, aunque también a ajustes entre déficit y deuda, que conjuntamente compensan con creces los déficits primarios, que son persistentes, si bien cada vez menores. En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, las perspectivas de las finanzas públicas para 2021 han mejorado como consecuencia, sobre todo, de la evolución de la orientación de la política fiscal. Las perspectivas para 2022 y 2023 se mantienen prácticamente sin cambios, con un ligero deterioro en 2022 que refleja, en su mayor parte, las medidas de estímulo adicionales añadidas al escenario de referencia en 2022 y otros factores no discrecionales. La senda de la ratio agregada de deuda de la zona del euro se ha revisado a la baja durante todo el horizonte de proyección como consecuencia de las correcciones favorables de los diferenciales tipo de interés-crecimiento —debidas principalmente a las revisiones del crecimiento nominal— y de efectos de base de 2020. Los pagos de intereses se mantienen básicamente sin cambios con respecto a las proyecciones de septiembre de 2021 a nivel agregado de la zona del euro.
3 Precios y costes
Tras situarse en el 4,9 % en noviembre de 2021, se prevé que la inflación medida por el IAPC disminuya de forma acusada a lo largo de 2022 (gráfico 3). Los elevados precios de la energía (combustibles para transporte, electricidad y gas), el fortalecimiento de la demanda en el contexto de la reapertura de la economía y el aumento de los precios de producción, como consecuencia de los cuellos de botella en la oferta mundial y de la subida de los costes de transporte, han provocado un fuerte repunte de las presiones inflacionistas, que previsiblemente sustentarán la inflación en 2022. Sin embargo, se espera que la inflación medida por el IAPC disminuya en 2022, debido sobre todo a efectos de base en los componentes tanto energético como no energético, en parte como consecuencia de la reversión de la rebaja temporal del IVA en Alemania en enero de 2021[7]. Se prevé que la tasa de variación del componente energético del IAPC haya alcanzado su máximo a finales de 2021, impulsada por la subida de los precios de los combustibles, del gas y de la electricidad (véase recuadro 3 para más detalles). Estos precios deberían seguir aumentando a principios de 2022. La inflación de la energía disminuirá en 2022, principalmente como resultado de efectos de base combinados con el impacto de los precios del petróleo, así como del gas y la electricidad en el mercado mayorista, que se reducirían en línea con los precios de los futuros. También es probable que la inflación medida por el IAPC, excluidos la energía y los alimentos, descienda con respecto al máximo alcanzado a finales de 2021, en parte debido a efectos de base, pero también a la disminución de las presiones inflacionistas gracias a la supuesta resolución gradual de los cuellos de botella en la oferta a partir del segundo trimestre de 2022; no obstante, los efectos indirectos derivados del fuerte incremento de los precios de la energía podrían ejercer presiones al alza. En cambio, se espera que la tasa de variación de los precios de los alimentos se mantenga en niveles elevados en los próximos trimestres.
Según las proyecciones, la inflación medida por el IAPC se mantendrá estable en el 1,8 % tanto en 2023 como en 2024. Esto oculta un ligero aumento del IAPC excluidos la energía y los alimentos (del 1,7 % al 1,8 %), mientras que se prevé que la inflación de los alimentos y de la energía disminuya en consonancia con la pendiente descendente de la curva de futuros sobre el precio del petróleo y el menor impacto de las medidas fiscales. Se espera que la inflación medida por el IAPC, excluidos la energía y los alimentos, cobre fuerza gradualmente en la última parte del horizonte de proyección, respaldada por un aumento de las tensiones en los mercados de productos, un incremento del crecimiento de los costes laborales unitarios y unas expectativas de inflación más elevadas, que se han ido acercando al objetivo de inflación del BCE del 2 %. En particular, el tensionamiento previsto en el mercado de trabajo debería apoyar el crecimiento de los salarios e impulsar al alza la inflación medida por el IAPC, excluidos la energía y los alimentos, en 2023 y 2024.
Se espera que el crecimiento de la remuneración por asalariado siga distorsionado por la utilización de los programas de mantenimiento del empleo en 2022, pero que se mantenga sólido posteriormente. El crecimiento de la remuneración por asalariado ha sufrido fuertes oscilaciones ante los programas de mantenimiento del empleo destinados a proteger el empleo. Ello presionó a la baja la tasa de crecimiento anual de la remuneración por asalariado en 2020 y causó un repunte posterior en los tres primeros trimestres de 2021. Este impacto persistiría en el primer semestre de 2022, lo que daría lugar solo a una ligera reducción de la tasa media de crecimiento anual, que pasaría del 4,2 % en 2021 al 3,8 % en 2022. Más adelante, se prevé que el crecimiento de los salarios disminuya, pero que se mantenga sólido en el 2,9 % tanto en 2023 como en 2024. El vigoroso crecimiento salarial en los últimos años del horizonte de proyección está relacionado principalmente con el tensionamiento del mercado de trabajo, con una tasa de desempleo que caería a mínimos históricos, mientras que los efectos de segunda vuelta del elevado nivel actual de inflación sobre el crecimiento de los salarios se mantendrían contenidos, en consonancia con la baja prevalencia de sistemas formales de indexación salarial en la zona del euro[8]. Se esperan algunos aumentos del salario mínimo durante todo el horizonte de proyección, pero en particular en 2022. Estos aumentos harán que los salarios mínimos incidan de forma automática y directa en el crecimiento agregado de los salarios, pero también podrían tener efectos de desbordamiento sobre el conjunto de la estructura salarial[9]. Se prevé que el crecimiento de los salarios en el sector público sea sistemáticamente inferior al del sector privado, lo que sugiere que es poco probable que se produzcan efectos de desbordamiento positivos del sector público al privado.
Se espera que los costes laborales unitarios aumenten a lo largo del horizonte de proyección, impulsados por un menor avance de la productividad por persona ocupada y un sólido crecimiento de los salarios. Se prevé que, a medida que desaparezca el impacto de los programas de mantenimiento del empleo, la ralentización del crecimiento de la remuneración por asalariado en 2022 y 2023 vaya acompañada de un descenso similar de la productividad del trabajo por persona ocupada, lo que dará lugar a un crecimiento de los costes laborales unitarios de alrededor del 1 % tanto en 2022 como en 2023. Sin embargo, la normalización continuada del crecimiento de la productividad del trabajo en 2024, combinada con un crecimiento sólido y sostenido de los salarios, conlleva un aumento notable de los costes laborales unitarios, que contribuirá al repunte de la inflación medida por el IAPC, excluidos la energía y los alimentos.
Gráfico 3
Inflación medida por el IAPC de la zona del euro
Se espera que las presiones inflacionistas de origen externo sean mucho más fuertes que las de origen interno en 2022, pero que caigan a niveles considerablemente más bajos en los últimos años del horizonte de proyección. La tasa de crecimiento anual del deflactor de las importaciones pasaría del -2,6 % en 2020 al 6,7 % en 2021 —debido sobre todo a la subida de los precios del petróleo y de las materias primas no energéticas, pero también al incremento de los costes de los insumos asociado a la escasez de oferta y a la depreciación del euro—. A partir de 2022 se prevé que el crecimiento de los precios de importación se modere y se sitúe en el 0,8 % en 2024.
En comparación con las proyecciones de septiembre de 2021, las perspectivas de inflación medida por el IAPC se han revisado al alza en 0,4 puntos porcentuales para 2021, en 1,5 puntos porcentuales para 2022 y en 0,3 puntos porcentuales para 2023. De la revisión acumulada, algo más de la mitad se refiere al componente energético del IAPC (principalmente concentrado en 2022), algo menos de un tercio, a la inflación medida por el IAPC excluidos la energía y los alimentos, y el resto, al componente de alimentos del IAPC. Estas revisiones reflejan datos recientes mejores de lo previsto, mayores efectos directos e indirectos al alza del reciente aumento de los precios de las materias primas energéticas, presiones al alza más fuertes y persistentes procedentes de las disrupciones de oferta, un mayor crecimiento de los salarios y una depreciación del tipo de cambio del euro.
Recuadro 3
Evolución de los precios de las materias primas energéticas y sus implicaciones para las proyecciones del componente energético del IAPC
Los precios de las materias primas energéticas han aumentado notablemente desde el mínimo alcanzado durante la pandemia, impulsados por factores de demanda y de oferta (gráfico A). La recuperación económica mundial ha impulsado al alza la demanda de petróleo y gas. La demanda de gas se vio favorecida además por las frías condiciones meteorológicas del invierno pasado y por la escasez de viento en el verano, que frenaron la producción de energía eólica y obligaron a sustituirla por gas. Al mismo tiempo, los recortes de suministro de la OPEP+ y el lento repunte de la producción de petróleo no convencional en Estados Unidos sostuvieron los precios del petróleo, mientras que en los mercados de gas europeos, el suministro procedente de Noruega y Rusia ha sido bajo. Los precios de la electricidad en los mercados mayoristas de la UE se incrementaron debido fundamentalmente al encarecimiento del gas, ya que dichos precios se basan en los costes marginales a corto plazo de las centrales eléctricas[10]. El aumento de los precios de los derechos de emisión en el marco del régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE) de la UE también influyó.
Los supuestos técnicos utilizados en el escenario de referencia de las proyecciones para el componente energético del IAPC, que se basan en los precios de los futuros, prevén una disminución de los precios de las materias primas energéticas en 2022. Aunque en los ejercicios de proyección anteriores los supuestos técnicos se basaban principalmente en las curvas de futuros sobre el precio del petróleo, en las proyecciones de diciembre de 2021 estos supuestos se han complementado con futuros sobre los precios del gas y la electricidad, dado que se ha observado que los contratos de gas se han desvinculado de los precios del petróleo. Actualmente, la curva de futuros sobre el petróleo tiene una pendiente descendente (gráfico A). Esto se debe a menudo al tensionamiento del mercado del petróleo, pues el petróleo tiene un «rendimiento por conveniencia» que capta los beneficios de almacenar existencias. Pero la pendiente descendente también puede reflejar la expectativa de los mercados de que la demanda y la oferta de petróleo puedan alcanzar un equilibrio a principios de 2022 y de que la oferta supere a la demanda a partir de entonces, como prevé actualmente la Agencia Internacional de la Energía[11]. Sobre la base de los precios de los futuros en los mercados mayoristas, también se espera que los precios del gas y la electricidad caigan después de este invierno, ya que el consumo de gas depende de la necesidad de calefacción.
Gráfico A
Precios y futuros del petróleo, el gas, la electricidad y los derechos de emisión del RCDE
La inflación del componente energético del IAPC alcanzó una tasa interanual del 27,4 % en noviembre de 2021, con una contribución creciente de los precios del gas y la electricidad en los últimos meses (panel izquierdo del gráfico B). Históricamente, los precios de los combustibles para transporte son los que más contribuyen a la inflación del componente energético del IAPC. Aunque siguen siendo el factor dominante, su peso relativo en la tasa de variación de los precios de la energía del IAPC ha disminuido algo recientemente. En concreto, los precios de los combustibles contribuyeron en 14,1 puntos porcentuales a la tasa de variación interanual de los precios de la energía en octubre, mientras que la contribución conjunta de los precios de la electricidad y del gas fue de 9,3 puntos porcentuales, alcanzando un máximo histórico. Sin embargo, la evolución de los precios del gas y la electricidad es muy heterogénea en los distintos países de la zona del euro debido a las diferencias en la traslación de los precios al por mayor, que depende de la composición de los precios y de su mecanismo de fijación, así como del mix energético utilizado para producir electricidad. Además, varios países de la zona del euro han introducido, o prevén introducir, medidas fiscales temporales para amortiguar el impacto del encarecimiento de la energía sobre los consumidores. Si bien en algunos países estas medidas afectan directamente a los precios de consumo (por ejemplo, a través de impuestos indirectos más bajos), en otros adoptan la forma de transferencias (por ejemplo, para los hogares con rentas bajas) y, por lo tanto, no tienen un impacto directo.
Las proyecciones de diciembre de 2021 sugieren que la inflación de la energía seguirá siendo alta, en promedio, en 2022 —por lo que la inflación general se mantendrá bastante elevada—, pero será débil en 2023 y 2024 (panel derecho del gráfico B). Se prevé que la tasa de variación de los precios de la energía alcance su máximo en torno a finales de 2022. Se espera que este elevado nivel esté respaldado no solo por los altos precios de los combustibles, sino también por los precios del gas y la electricidad, como consecuencia, entre otras cosas, de los efectos retardados sobre los precios de consumo de las subidas que han registrado los precios en los mercados mayoristas en los últimos meses, así como de los elevados precios de los futuros sobre la energía durante el invierno. Posteriormente, se espera que la inflación de la energía disminuya gradualmente, reflejo de la pendiente descendente de las curvas de futuros sobre el petróleo y el gas, y de los efectos de base a la baja derivados de los fuertes aumentos mensuales de los precios de la energía en 2021. En particular, se prevé que estos efectos de base tengan potentes efectos a la baja sobre la inflación de la energía en enero, marzo, julio y octubre del próximo año (barras azules del gráfico C). En términos acumulados durante el año, los efectos de base a la baja restarían más de 20 puntos porcentuales a la tasa de variación de los precios de la energía en noviembre de 2022, en comparación con la tasa de noviembre de 2021 (barras amarillas del gráfico C)[12]. Para 2023 y 2024, la contribución del componente energético al IAPC general es muy reducida, debido a la pendiente descendente de la curva de futuros sobre los precios del petróleo. No obstante, se verá apoyada por la reversión de las medidas fiscales de carácter temporal para reducir los precios de la energía y por las medidas nacionales para hacer frente al cambio climático.
Gráfico B
Inflación del componente energético del IAPC: datos históricos y proyectados
Gráfico C
El impacto de los efectos de base en la inflación de la energía
La incertidumbre sobre el uso futuro del gas y el petróleo podría contribuir a la volatilidad de los precios de las materias primas durante la transición verde. La demanda de petróleo y gas depende fundamentalmente de la estrategia adoptada en todo el mundo para hacer frente a los retos relacionados con el cambio climático, así como de la disponibilidad de energías renovables. Hasta que la eficiencia energética y la capacidad de producción de fuentes de energía renovables se incrementen lo suficiente, la demanda de combustibles fósiles, como el gas, podría seguir siendo elevada y volátil.
Las políticas de la UE en materia de cambio climático, además de las políticas nacionales en este ámbito, y el aumento de los precios del carbono también pueden influir en la evolución de los precios de la energía. Los precios de los derechos de emisión en el marco del RCDE de la UE aumentaron por encima de los 70 euros por tonelada de equivalente de CO2 en noviembre. Aunque la curva de precios de los futuros sobre los derechos de emisión del RCDE solo tiene una ligera pendiente al alza (gráfico A), la mayoría de las estimaciones del nivel de precios del carbono necesario para cumplir los objetivos de reducción de emisiones en la UE son superiores a los precios corrientes. Es probable que los precios del carbono aumenten en la UE, dado que la Comisión Europea ha propuesto reformar el RCDE, en particular ampliando su ámbito de aplicación, y revisar la Directiva de la UE sobre fiscalidad de la energía. La introducción progresiva de las medidas propuestas puede tener un impacto gradual sobre los precios de la energía.
Recuadro 4
Previsiones de otras instituciones
Diversas instituciones, tanto organizaciones internacionales como organismos privados, han publicado previsiones para la zona del euro. Sin embargo, estas previsiones no son directamente comparables entre sí ni con las proyecciones macroeconómicas de los expertos del Eurosistema, ya que las fechas de cierre de los datos utilizados en cada una de ellas no coinciden. También se basan probablemente en diferentes supuestos sobre la evolución futura de la pandemia de COVID-19. Además, difieren en cuanto a los métodos empleados para elaborar los supuestos relativos a las variables fiscales y financieras y al entorno exterior, incluidos los precios del petróleo y de otras materias primas. Por último, existen diferencias en cuanto al método de ajuste por días laborables en las distintas previsiones (véase el cuadro que figura a continuación).
Comparación entre previsiones recientes de crecimiento del PIB real y de la inflación medida por el IAPC de la zona del euro
Las proyecciones de los expertos del Eurosistema de diciembre de 2021 indican un crecimiento del PIB real inferior al proyectado por otros analistas para 2022, pero considerablemente superior para 2023, mientras que las proyecciones de inflación se sitúan muy por encima de las de otras instituciones para 2022 y en la parte alta del intervalo para 2023. Las proyecciones de crecimiento de diciembre de 2021 se sitúan por debajo de las demás previsiones para 2022, aunque solo ligeramente en el caso de las proyecciones más recientes, que incluyen información más actualizada sobre la intensificación de los cuellos de botella en la oferta y sobre la pandemia y las restricciones asociadas. Un repunte de la actividad más acusado al resolverse estos cuellos de botella puede explicar en parte la mayor proyección de crecimiento para 2023. Por lo que se refiere a la inflación, las proyecciones de diciembre de 2021 para 2022 la sitúan en un nivel más elevado que las demás previsiones, lo que puede deberse, en gran medida, a la inclusión de los datos del IAPC de noviembre de 2021 y a la mayor inflación esperada en los componentes más volátiles. Las diferencias con respecto a otras previsiones para 2024 son limitadas, tanto para el crecimiento como para la inflación medida por el IAPC.
Recuadro 5
Escenarios alternativos de las perspectivas económicas de la zona del euro
Dado que sigue existiendo una incertidumbre importante acerca de la evolución futura de la pandemia y sus consecuencias económicas, como pone de relieve la nueva variante ómicron, este recuadro presenta dos escenarios alternativos al escenario de referencia de las proyecciones de diciembre de 2021[13]. En comparación con el escenario de referencia, el escenario moderado prevé una resolución más rápida de la pandemia a lo largo de 2022, especialmente en las economías emergentes, pues se parte del supuesto de tasas de vacunación más rápidas. En este escenario, las tasas de contagio serían inferiores, la eficacia de las vacunas, mayor y los riesgos de reinfección, menores (gráfico A). Esto aceleraría la relajación de las restricciones, lo que generaría fuertes efectos de confianza positivos y se traduciría en costes económicos muy limitados. En cambio, el escenario adverso prevé una crisis sanitaria prolongada, caracterizada por olas de la pandemia recurrentes (con nuevas variantes del virus, un riesgo que ha puesto de relieve la aparición de la variante ómicron) y una menor proporción de la población con protección efectiva. El fuerte repunte de los contagios y de las hospitalizaciones daría lugar a un endurecimiento de las restricciones a la movilidad y, por tanto, a la actividad económica a principios de 2022, si bien en menor grado que a principios de 2021. Se asume que la crisis sanitaria se prolongará hasta mediados de 2023, frenando por tanto la actividad y generando secuelas económicas duraderas, que se verán amplificadas por el aumento de las insolvencias.
Gráfico A
Simulaciones de la pandemia con el modelo ECB-BASIR
El PIB real se recuperaría con fuerza en 2022 en el escenario moderado, pero solo crecería modestamente en el severo, mientras que su nivel se situaría en un intervalo más estrecho en todos los escenarios al final del horizonte de proyección (gráfico B). El escenario moderado apunta a un crecimiento vigoroso a principios de 2022, respaldado por la eficacia de las vacunas y la capacidad de resistencia de la economía frente a las restricciones, especialmente en las economías emergentes, lo que, en comparación con el escenario de referencia, se traduce en niveles de demanda externa de la zona del euro, y, por tanto, de exportaciones, más elevados, con fuertes efectos de confianza positivos. Estos efectos, junto con la recuperación más intensa de lo esperado de los servicios con un alto grado de contacto, induce a un incremento mayor del consumo, a una disminución más pronunciada de la tasa de ahorro y a un descenso más acusado del desempleo en comparación con el escenario de referencia. En el escenario moderado, se prevé que la actividad económica supere la senda previa a la pandemia a mediados de 2022. En el escenario severo, la zona del euro entraría en recesión técnica, con una contracción de la actividad económica en el cuarto trimestre de 2021 y en el primero de 2022, asociada al endurecimiento de las restricciones. El crecimiento económico sería más débil que en el escenario de referencia hasta principios de 2023, debido a la relajación solo gradual de las restricciones y a la considerable incertidumbre considerada en el escenario severo. Si bien los hogares seguirían mostrando una actitud de cautela y mantendrían una elevada tasa de ahorro, el desempleo persistentemente alto pone de relieve los riesgos del mercado de trabajo, pues las vulnerabilidades e insolvencias de las empresas aumentarían la necesidad de reasignación de la mano de obra.
Escenarios macroeconómicos alternativos de la zona del euro
A pesar de ser casi idéntica en los distintos escenarios a corto plazo, la inflación medida por el IAPC se situaría en el 2,0 % en el escenario moderado en 2023 y 2024, mientras que disminuiría significativamente en el escenario severo en los últimos años del horizonte de proyección (gráfico B). En ambos escenarios la inflación alcanzaría un máximo en el cuarto trimestre de 2021, debido a factores en gran parte temporales, incluidos efectos de base derivados del incremento de los precios de la energía y de los cuellos de botella en la oferta, pero surgen diferencias entre los dos escenarios posteriormente, atribuibles a las diferentes condiciones económicas reales. En concreto, las fuertes presiones al alza procedentes del tensionamiento de los mercados de productos y de trabajo se traducen en un aumento significativo de la inflación subyacente en 2024 en el escenario moderado, mientras que este indicador se mantendría contenido en 2023 y 2024 en el escenario adverso.
Gráfico B
Escenarios alternativos del PIB real y la inflación medida por el IAPC en la zona del euro
En relación con estas simulaciones, cabe señalar que ninguno de los escenarios contempla impacto alguno sobre los cuellos de botella en la oferta y sus consecuencias macroeconómicas. El motivo es la incertidumbre del impacto de la evolución futura de la pandemia sobre dichos cuellos de botella. Por un lado, el empeoramiento de la pandemia y el descenso de la demanda podrían aliviar estas limitaciones, dado que gran parte de ellas se deben a que la mayor demanda supera la capacidad de oferta. Por otro, las disrupciones adicionales en las cadenas de suministro como consecuencia de los confinamientos o de un cambio en la composición de la demanda, en detrimento de los servicios de consumo y en favor de los bienes, podrían intensificar los cuellos de botella en la oferta. El agravamiento de estos cuellos de botella en cualquiera de los escenarios podría frenar la actividad económica y ejercería presión al alza sobre los precios, mientras que si se aliviaran, se producirían los efectos contrarios.
Recuadro 6
Análisis de sensibilidad
Las proyecciones se basan en gran medida en supuestos técnicos relativos a la evolución de determinadas variables fundamentales. Dado que algunas de esas variables pueden tener un impacto considerable en las proyecciones para la zona del euro, un examen de sensibilidad a trayectorias alternativas de tales supuestos puede contribuir al análisis de los riesgos inherentes a las proyecciones.
Este análisis de sensibilidad trata de evaluar las implicaciones de las trayectorias alternativas de los precios del petróleo. Los supuestos técnicos relativos a la evolución de los precios del petróleo se basan en los futuros sobre esta materia prima. Se han analizado varias trayectorias alternativas de los precios del petróleo. La primera se basa en el percentil 25 de la distribución obtenida a partir de las densidades implícitas en las opciones sobre el precio del petróleo a 25 de noviembre de 2021, que es la fecha límite de recepción de los datos para los supuestos técnicos. Esta trayectoria implica un descenso gradual del precio del petróleo hasta un nivel alrededor de un 40 % inferior al considerado en el escenario de referencia para 2024. Utilizando la media de los resultados de varios modelos macroeconómicos elaborados por los expertos, esta trayectoria tendría un ligero impacto al alza sobre el crecimiento del PIB real y un impacto a la baja más pronunciado sobre la inflación medida por el IAPC durante todo el horizonte de proyección. La segunda trayectoria se basa en el percentil 75 de la misma distribución e implica una subida del precio del petróleo hasta un nivel en torno a un 32 % superior al considerado en el escenario de referencia para 2024. Esta trayectoria tendría un efecto a la baja muy ligero sobre el crecimiento del PIB real y un efecto al alza algo mayor sobre la inflación medida por el IAPC en el período 2022-2024. La tercera trayectoria se basa en el supuesto de que el precio del petróleo se mantiene en su nivel de la fecha de cierre de 83,1 dólares por barril, que en 2024 es alrededor de un 20 % más alto que en el supuesto de referencia para dicho año. Esta trayectoria tendría un ligero impacto a la baja sobre el crecimiento del PIB real en 2023 y 2024, mientras que la inflación medida por el IAPC sería entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales más elevada en el período 2022-2024.
Impactos de las trayectorias alternativas de los precios del petróleo
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En el glosario del BCE (disponible solo en inglés) puede consultarse la terminología específica utilizada.
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- La fecha límite de recepción de los datos para los supuestos técnicos, como los relativos a los precios del petróleo y los tipos de cambio, fue el 25 de noviembre de 2021 (recuadro 1). Las proyecciones macroeconómicas para la zona del euro se finalizaron el 1 de diciembre de 2021. El presente ejercicio de proyección abarca el período comprendido entre 2021 y 2024. Las proyecciones para un horizonte temporal tan largo están sujetas a un grado de incertidumbre muy elevado, lo que debe tenerse en cuenta al interpretarlas. Véase el artículo titulado «Evaluación de las proyecciones macroeconómicas de los expertos del Eurosistema», publicado en el Boletín Mensual del BCE de mayo de 2013. En el enlace http://www.ecb.europa.eu/pub/projections/html/index.en.html pueden consultarse los datos utilizados para la elaboración de algunos de los cuadros y gráficos aquí presentados. Asimismo, puede accederse a una base de datos completa de las proyecciones macroeconómicas de los expertos del BCE y del Eurosistema en https://sdw.ecb.europa.eu/browseSelection.do?node=5275746.
- Dada la gran incertidumbre en torno a las principales características epidemiológicas de la nueva variante del virus ómicron, las proyecciones solo incluyen el impacto de las medidas de contención adoptadas o anunciadas en el momento en que se finalizaron las proyecciones.
- Véase «El impacto de los cuellos de botella en la oferta sobre el comercio», Boletín Económico, número 6, BCE, 2021 y «Las causas de las disrupciones en las cadenas de suministro y su impacto en el sector manufacturero de la zona del euro», pendiente de publicación, Boletín Económico, número 8, BCE, 2021.
- Véase también el recuadro 2 titulado «Evolución de la tasa de ahorro de los hogares e implicaciones para las perspectivas económicas de la zona del euro», Proyecciones macroeconómicas elaboradas por los expertos del Eurosistema para la zona del euro, junio de 2021.
- El supuesto relativo al rendimiento nominal de la deuda pública a diez años de la zona del euro se basa en la media de los rendimientos de los bonos de referencia a diez años de los países, ponderada por las cifras del PIB anual y ampliada por la trayectoria futura derivada del rendimiento a diez años de todos los bonos a la par de la zona del euro estimado por el BCE, manteniendo constante la discrepancia inicial entre las dos series durante el horizonte de proyección. Los diferenciales entre los rendimientos de la deuda pública de cada país y la media de la zona del euro se consideran constantes durante el período analizado.
- Véase Evolución de la oferta de trabajo en la zona del euro durante la pandemia de COVID-19, Boletín Económico, número 7, BCE, 2021.
- Por convención, en las proyecciones elaboradas por los expertos del Eurosistema/BCE, las ponderaciones del IAPC se mantienen constantes durante el horizonte de proyección. Dadas las grandes variaciones que han experimentado los patrones de consumo a causa de la pandemia de COVID-19 y su posible reversión en los próximos años, los cambios futuros en las ponderaciones del IAPC pueden generar una volatilidad adicional en las tasas de variación anual del IAPC que no se tienen en cuenta en estas proyecciones. No obstante, el impacto en las tasas de inflación medias de los años naturales incluidos en el horizonte de proyección sería reducido.
- Véase «La prevalencia de la indexación salarial en el sector privado de la zona del euro y su posible influencia en el impacto de la inflación en los salarios», Boletín Económico, número 7, BCE, 2021.
- Dada la incertidumbre sobre los plazos y la implementación, el aumento del salario mínimo anunciado recientemente en Alemania no se ha incluido todavía en el escenario de referencia de las proyecciones.
- El mecanismo de fijación de precios implica que el precio de la electricidad en el mercado mayorista lo fija la tecnología más cara necesaria para satisfacer la demanda eléctrica. En épocas de máxima demanda, las centrales de gas suelen fijar el precio, vinculando así los precios del gas y de la electricidad en los mercados mayoristas.
- Véase la Agencia Internacional de la Energía, «Oil Market Report», 16 de noviembre de 2021.
- Para más información sobre el concepto de efectos de base y su influencia en la evolución de la inflación, véase el recuadro titulado «Evolución reciente de la inflación de la energía: el papel de los efectos base y de los impuestos», Boletín Económico, número 3, BCE, 2021.
- Los escenarios se han elaborado utilizando el modelo ECB-BASE (véase E. Angelini, N. Bokan, K. Christoffel, M. Ciccarelli, y S. Zimic, «Introducing ECB-BASE: The blueprint of the new ECB semi-structural model for the euro area», Working Paper Series, n.º 2315, BCE, septiembre de 2019). Además, el modelo ECB-BASIR (una extensión del modelo ECB-BASE, véase E. Angelini, M. Damjanović, M. Darracq Pariès y S. Zimic, «ECB-BASIR: a primer on the macroeconomic implications of the Covid-19 pandemic», Working Paper Series, n.º 2431, BCE, junio de 2020) se utiliza para generar resultados de la pandemia en los dos escenarios (gráfico A). En vista de la incertidumbre acerca del impacto que podrían tener otras evoluciones de la pandemia sobre los supuestos técnicos, estos se mantienen sin cambios con respecto al escenario de referencia.
- 16 December 2021
- 3 January 2022